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miércoles, 18 de abril de 2012

Trémulos. Por Jimena Carballeda

Ella estaba transitando uno mas de sus rutinarios días.
Aburrida, desganada. Abrumada por obligaciones sin sentido.
Para distraerse un poco se puso a leer el twitter. Siempre buscando a alguien que nunca existió, pensando que un día aparecería esa persona interesante a quién contestarle, aunque hasta ese día, ese ser no existía.
Pero de la nada apareció. Apareció inundado en simpleza.
Hasta el día de hoy no obtiene respuesta cuando se pregunta como fue que pasó, pero cada segundo que pasa lo disfruta como si fuera el último.
Luego de 2 días de intercambio de mensajes decidieron hablarse por teléfono.
Cuando ella escuchó su voz comenzó a temblar. Nervios, taquicardia, manos transpiradas… y ni siquiera lo conocía.
Solamente lo había cruzado un par de veces en la vida hacía muchos años atrás, tuvieron lugares en común. Gente en común. Pero nunca más de eso. Ni siquiera una conversación.
Ahora lo tenía del otro lado del teléfono. Solamente se reía. El también. Los dos reían. Nerviosos. Casi adolescentes.
Ya no quedaba mucho por decir. La atracción era casi insostenible. Ella deseaba que El corra hacia su cama y la llenara de besos como le había prometido.
Pero era imposible. El era casado.
Acomodaron sus tiempo. El se iba de viaje al otro día. Pasaría por la casa de ella antes de ir al aeropuerto. Y ahí consumarían esos besos prometidos.
El día finalmente llegó y ella estaba temblando como una nena frente al peor de los fantasmas.
Sonó el timbre, era la primera vez que se verían las caras después de mas de 10 años. Abrió la puerta, lo miró a los ojos, comenzó a reírse y sin lugar a nada más El la apretó contra la pared y le dio el beso mas lindo que ella alguna vez recibió.
Se tiraron en el sillón y se miraron durante eternos minutos. Se besaron, se tocaron, se mimaron, casi sin intención sexual. Solo se reconocieron los cuerpos. Pero guardaron el final para su vuelta.
Ella lo llevó al aeropuerto y durante los próximos 4 días no hizo mas que estar en contacto con El. Tuvieron las charlas mas calientes q dos personas pudieran tener.
Los dos esperaban el momento de su regreso para poder concretar tanto deseo.
Un deseo alimentado por conversaciones muy calientes. Por palabras cargadas de erotismo. Fantaseando a través de los medios electrónicos. Concretando realidades en forma virtual. Tocándose mientras se miraban a través de las pantallas. Simulando tener sexo, teniéndolo pero en otra dimensión. Ella le contaba todo lo que le quería hacer, le describía minuciosamente como le lamería su pija. Como la envolvería con su lengua. Como lo haría temblar de placer. El por su parte escuchaba extasiado, la miraba embobado y casi sin darse cuenta los dos comenzaban a tocarse. Era imposible evitarlo. Así se pasaron todos los días que el estuvo afuera de la ciudad. Hasta que finalmente El se subió de nuevo al avión que lo traería de regreso.
El día llegó. Bajo del avión e inmediatamente le aviso a ella que estaba yendo para su casa.
Volvió a tocar a su puerta como la primera vez, volvió a besarla en ese pasillo, apretándola contra el, haciéndole sentir su pija erecta y dura. Corrieron hacia el cuarto, se tiraron en la cama y se quitaron la ropa.
Se besaron desesperadamente. Abrumados por una calentura incomprensible. Había tanto deseo en ese lugar que era imposible no notarlo.
El se subió arriba de ella, separó sus piernas y comenzó a tocarla. La tocó suavemente, la sintió totalmente mojada, empapada a decir verdad.
Ella se lo pedía con su mirada. “Cogeme” “penetrame” “inundame de vos”.
No aguantaba un segundo mas. Lo necesitaba adentro suyo, necesitaba sentir lo que hacía días estaba imaginando hasta en sus sueños.
Y luego de tocarla como si conociera cada uno de sus rincones prohibidos finalmente la penetró. Y se unieron en un grito de placer, mientras se besaban furiosamente, casi mordiéndose. No hubo tiempo de juegos previos. Ya los habían jugado a la distancia.
Ella se retorcía del éxtasis provocado por esa pija, se agarraba de su espalda , de su pelo. Gemía como nunca antes lo había hecho. Rogaba por no acabar, quería retener esos minutos de placer, quería que ese momento durara una eternidad. Pero le era casi imposible. Viéndolo a El arriba de ella, moviéndose con una sincronización casi exacta.
Lo miró a los ojos y suavemente le dijo al el oído… “no puedo mas, voy a acabar, no aguanto un minuto mas, necesito llenarme de vos”. Y en ese preciso instante, los dos juntos, sin necesidad de pestañar se fundieron en el orgasmo mas largo y placentero que alguien jamás pudiera imaginar.
Se abrazaron, se volvieron a mirar y se contemplaron infinitamente durante algunos minutos.
El se levantó, se cambió y volvió a su rutina mientras ella en ese momento supo que la palabra rutina no formaría parte de esa historia.
Definitivamente no, por lo menos para ella.

sábado, 31 de marzo de 2012

El "Factor Sorpresa" del mes: El arte de "Coquette Boudoir"

En la ultima editorial, titulada "Factor sorpresa" poníamos el significado del termino como metáfora al arrebato súbito que debe instalarse y romper cualquier cronograma preestablecido, más aún si llegaba de la espontaneidad que produce una creación artística.  Cuando Jimena Carballeda nos comentó su nueva sesión de fotos para "Coquette Boudoir" - y nos sugirió, con esa humildad que tienen los artistas cuando hacen algo maravilloso, que quizás podría gustarnos para Fatale-  sospechamos que estábamos una nuevo caso arrebato artístico, ante un ejemplo vivo de factor sorpresa. 

lo resta deleitarse  






 

lunes, 26 de marzo de 2012

Jimena Carballeda. Fotógrafa y mentora de "Coquette Boudoir"

Primera parte: 

"Me inicié en la fotografía desde bastante chica, tendría aproximadamente unos 19 años
Siempre me llamo la atención el poder detener el tiempo y plasmarlo en un papel. 
Y luego, con el correr de los años y el advenimiento de la fotografía digital, me di cuenta que no solo podía detenerlo sino también ¡Retocarlo!
En cuanto a estética, la época que abarca entre los años 20´s y 60´s me parecen fascinantes. Y unir la fotografía con esa estética me parece genial
Cuando coincidimos con Vero en el proyecto ¡más segura estuve!
Entonces pensé...si logramos ser amigas, socias y confidentes ¿cómo no vamos hacer las fotos mas lindas que existan?" 






domingo, 11 de marzo de 2012

"Si pasó, no lo recuerdo". Por Jimena Carballeda

Soledad estaba sentada frente a su computadora como todos los días de su vida. Esa vida chata y aburrida que últimamente estaba teniendo exasperaba todo su ser. Necesitaba encontrar algo que realmente produzca un cambio en ella, más precisamente dentro de ella.
Sonó el teléfono al mismo tiempo que sonaba uno de sus temas preferidos.
Era una amiga de años, con la cuál no tenía una comunicación muy fluida, pero con la que siempre hubo buena onda. 
Carla: Hola Sole, te jodo porque necesito pedirte un favor.
Sole: Sí, nena… decime.
Carla: Necesito que le hagas una fotos a un tipo que trabaja conmigo en la redacción. No sé bien para qué son, pero son de corte erótico, o algo por el estilo. ¿Te paso su Messenger y te conectás con él? El tipo no tiene mucha guita, pero podés arreglar algo seguramente. Quiere que sea una mina canchera… Imaginate que le da un poco de vergüenza.
Sole: Dale genial, pasámelo y veo.
Carla: Anotá… Bueno, linda… ¡te mando un beso y gracias!

Habrán pasado un par de horas hasta que Soledad agregó al Messenger a este personaje.
La realidad es que Sole nunca había hecho desnudos. Pero tampoco era algo que la asustara. Amaba tanto la fotografía que cualquier cosa que implicará usar su máquina la hacía feliz.

Sole estableció contacto enseguida. Comenzó bastante divertida la cosa. El tipo le explicaba lo que necesitaba y ella le comentaba diferentes ideas.
El, Martín, necesitaba sacarse unas fotos para una artista plástica que se especializa en desnudos. 
Martín le ofreció pasarle unas fotos caseras como para que Sole entendiera la idea. Ella acepto. Esa fue su primera sorpresa.
Una foto suya tirado en el piso de espaldas. Un culo maravilloso. Duro, joven…muy apetecible. Y una de frente donde no se le veía la cara pero se observaba una pija erecta que invitaba a chuparla. Limpia, prolija, parada, grande.

Luego de una larga charla introductoria, Martín le explicó a Sole que no tenía guita para pagarle, pero que le podía conseguir un aviso en la revista donde trabajaba. Ella aceptó conforme. 
Pero al mismo tiempo él le ofreció cumplir cualquier fantasía que ella tuviera.
Así, descaradamente, comenzó una charla virtual bastante caliente.
Ella terminó aceptando. Finalmente alguien cumpliría su fantasía. Tarea bastante difícil ya que esta era algo bastante inusual.
Nunca había podido concretarla ya que pretendía que la persona que se la cumpla no tuviera mucha confianza con ella.
Con Martín finalmente se encontró muy cerca de llevarla a cabo.
Ella quería estar tirada en una cama, completamente desnuda y con sus ojos vendados. Deseaba que entraran personas al cuarto y que se la cogieran. No quería enterarse cuántos, no quería verles la cara, no quería saber nada de ellos, ni quería quedarse con ninguna información acerca de todo esto.
Podrían ser hombres y mujeres. A ella no le importaba. Solamente quería asegurarse de nunca conocer sus caras. 
Y Martín se lo aseguró. Le dijo que prepararía todo en su departamento. Y así fue.
Un martes ella llegó a su casa. Esa fue la primera vez que se vieron. Ella iba a que la cojan unos cuantos desconocidos y él era su anfitrión.
Soledad tomo unos cuantos tragos como para sentirse un poco más relajada. Martín le preguntó si él también se la podía coger, a lo que ella le contesto que la daba exactamente lo mismo, siempre y cuando no se enterara si así había sucedido.
Sole subió la escalera del duplex que la conducía al cuarto y se sacó la ropa. Se recostó en la cama y Martín la ayudó a taparse los ojos. Le puso un antifaz y sobre el, un pañuelo oscuro. Bien oscuro.

Habrán pasado unos cinco minutos cuando Sole escuchó que alguién había llegado. Solamente con ese detalle su entrepierna se mojo. No podía esperar el momento de tener a alguien metido dentro de ella. 
El primero era un hombre. Se acercó a ella y sin decir una palabra comenzó a besarla, a tocarla… y en menos de dos minutos sintió su miembro erecto dentro de sus entrañas. Y acabó una, dos y tres veces. Se sentía estallar de placer. 
El primero ya se había ido cuando sintió venir a alguien más. Hombre también. Con el segundo pudo tener un dato que hasta en cierto punto le provocó curiosidad, curiosidad de verle la cara. No tenía pelo. Se afeitaba la cabeza. Un simple dato la llevó a imaginarse su cara. Igual sabía que esa cara que imaginaba era sólo una fantasía. Este segundo hombre también se la cogió. Despacio… mucho más despacio que el anterior. Con él tuvo sexo oral. Y lo disfrutó. Saboreó cada gota de su cuerpo. Pero inmediatamente se fue y llegaron dos más. Los dos juntos. Dos hombres. Uno la besaba y el otro la acariciaba. Muy lentamente. Ella se doblegaba por placer. Jamás pensó experimentar tanto deseo. Tanto placer. Tuvo a uno detrás  y al otro adelante. Saboreó los dos cuerpos al mismo tiempo. Se entregó totalmente. A cada uno de ellos. Con cada uno de ellos. Finalmente uno de los últimos dos se fue. La despidió con un suave beso sobre sus labios y se fue. El otro se quedó. Quería más de ella. Y ella quería dárselo. Se enredaron sobre ellos mismos y cogieron un rato más. Soledad pudo sentir que había mas gente en la habitación. Se oían, se sentían. Sole sabía que había una chica. Escuchó su voz. Eso la excitó mucho más. Nunca había estado con una chica. Lo deseó. 
Pero estaba seguro que la mujer no había participado. Sabía que solamente había estado mirando.
Cuando alcanzó su último orgasmo Sole le pidió al tipo que se fuera, le explicó que se quería vestir y tomar algo… estaba muy casada. Pero no quería levantarse hasta que todos se hubieran ido. Y así fue. 
Al rato, Sole estaba abajo, tomando un trago y conversando con Martin sobre lo íncreíble que lo había pasado. Le agradeció por todo y lo despidió con un beso en la mejilla. 
Llegó a su casa, prendió la computadora y lo primero que hizo fue bloquear a Martín. Luego tomó su celular y también lo borró de ahí. Y nunca más tuvo contacto. Nunca más supo de él. Se fue a su cama, se quitó la ropa y luego de recordar cada momento de lo vivido, cerró sus ojos y se durmió.