viernes, 1 de abril de 2011

La vagina de ella

Recuerdo  esa descripción de la Eva Futura de Villiers de L’isle Adam, y ahora cuando Ella desparece la voy reconstruyendo de a poco. Ayer fue su culo, hoy puedo sentir lo que me pasó con su vagina. Es posible que sigan sus tetas, sus pies sabrosos, su ombligo, su olor,
Su mirada, sus labios, todo ese universo hechos de fragmentos que se hacen presente cada noche, como individualidades, que en si representan un todo único e indescifrable. Como si ella quisiera descomponerse en partes después que la poseí en su totalidad. Como si de esa manera su fortaleza me sometiera mas intensamente, haciéndome ver que cada parte de su cuerpo, aún la más pequeña podía dominar mi totalidad.



LA VAGINA DE ELLA


Al principio podía vérsela igual a otras, aunque el color era distinto a todas las que había conocido.
Olía diferente, con un aroma espeso, sensual que se metía por dentro, quedándose por horas. 
Desde esa pequeña selva de pelos renegridos que la cubrían apenas,  se abría el espacio que separaba sus labios mayores, mientras asomaba alguna de  las formas de su interioridad.
Como si todo aquello estuviera cerrado a cualquier búsqueda, hasta que ella lo quisiera. 
Al verla  cerrada, quieta, en calma parece una vagina adolescente que nadie ha tocado y está a la espera de una caricia que la haga mostrar todo su poder de mujer eterna, insaciable; que solo espera devorar un miembro varonil que se anime a penetrarla. 
Observarla cuando está abierta, enrojecida por el deseo, empapada por líquidos espesos y cristalinos, es mirar un pequeño universo, encerrado en  esas mucosas brillantes. 
En su blandura al abrirse, se descubre una visión distinta del cuerpo, cambia mis percepciones convencionales sobre la piel, me abre los ojos para que tenga una visión distinta de esas profundidades. Que me nutra de ese laberinto que me excita y contemple esa primitiva belleza para inundar mi boca con sus savias vivificantes y enriquecedoras.
Parece por momentos una vagina de mujer madura, otras, una vagina adolescente y siempre se me representa como  el espacio de una hembra primitiva y salvaje, que necesita calmar su excitación, mostrando en su primitivismo ancestral esa fuerza que perturba, que conmociona, que encadena los sentidos para no olvidarse jamás de ella.
La vagina de Ella exhibe desafiante su deseo, sus necesidades, sus angustias, y pareciera que necesita gozar hasta el agotamiento, sintiendo el placer de la penetración que al hacerse más profunda le arranca gemidos, que se hacen gritos y después movimientos estremecedores. Cuando eso no ocurre y mis labios  la acarician, su excitación crece y crece, y sus líquidos brotan como de un rio que no se detiene nunca.
Despierta el deseo de solo imaginarla,  parece virginal, tibia; con una ternura de quien todavía no ha descubierto el furor del desenfreno y el enloquecimiento de la sangre.  Pero también es como la vulva de una hembra en celo que me aprisiona, que succiona mi pija para tragarla, con calenturas inmemoriales que parece que nunca habrán de saciarse.


La concha de ella 
                      
Es salada como los mares, dulce como la miel fuerte de los bosques.
Es ácida y deliciosa como  la jalea fresca
Pura como el agua oceánica, quema como el fuego.
Es un túnel laberíntico sembrado de misterio,
Su fuerza celular chorrea  líquidos eternos.
Es intemporal como el espacio, tiene la belleza de una rosa sin tiempo.
Sus flujos parecen de madreperla, la abertura un camino a las esencias y a los olores primarios de la hembra. A veces parece un camino sutil para el olvido del mundo.
Está llena de alma y representa la carnalidad del espíritu que mora en cada espacio de su cuerpo.
Necesita lamidas suaves y profundas. Siempre reclama la dureza de una piel maciza que penetrándola la lleve a espacios intemporales y plenos.
Cuando la miro y abro sus labios, puedo ver colores indefinidos, oscuridades abismales, matices complicados que van de la negritud al  claroscuro y de allí a un rosado tierno.
Su clítoris es pequeño y siempre está escondido, y cuando se endurece al roce de la lengua tiembla preparándose para ese final que espera con avidez.
La vagina de Ella es la esencia de su cuerpo,  el símbolo de lo que ella es aunque lo oculta,  la expresión más acabada de una voluptuosidad que  no puede disimular su rostro adolescente
El primer día mi lengua entró suavemente, y pude recorrer cada pliegue, cada milímetro de la piel empapada. El flujo chorreaba hacia fuera, el olor fuerte, selvático invadió mis narices, mientras yo chupaba con avidez, calentura y exacerbación ese abismo de placeres que conocía por primera vez. Algunas gotas de pis que le habían quedado se mezclaban con el sudor, con el flujo y con mi propia saliva. 
Sentí que  me tragaba, me fascinaba y no podía escaparme de ella. Todavía recuerdo como su cuerpo temblaba y se retorcía, mientras gemidos incontenibles se le escapaban.
Penetrarla era siempre inevitable y era como entrar en otro mundo. Mientras el abrazo nos adhería, la cabeza de la pija chocaba con sus interioridades, y el sudor nos inundaba los cuerpos. Era pura sexualidad, sin refinamientos, sin técnicas, sin pudores. Yo entrando en su cuerpo hirviendo, comenzándola a amar, sintiendo su vulnerabilidad y una tristeza que le aparecía de pronto y no sabía cómo descifrar.
Ahora está  lejos, distante, pero se metió dentro de mí, y cuando por las noches trato de dormirme surge abismal, abriéndose como su culo poderoso para tragarme, y no es la fantasía sino algo que se apodera de mi voluntad y me somete.
Pierdo la noción del tiempo y de lo que me rodea, porque ella está allí con las fauces inquisidoras de su genitalidad que me succionan, con un culo que se apodera de  mi cuerpo  para transitar otros espacios. Aquellos donde el tiempo no existe y solo estoy en un lugar abismal y misterioso  del que no quiero salir.
No se cuando desaparece, porque solo tomo conciencia de mi mismo con la luz del día que me golpea los ojos. Allí vuelvo a  ser yo, salgo de ese estado de enajenación que me encadena, como si me liberara temporalmente hasta su nueva aparición.
No sé cuándo volverá a apoderarse de mi


Angel Asiayn

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